sábado, 29 de agosto de 2009

Uniformar el lenguaje llamando las cosas por su nombre

El travestismo político del Presidente de la República ha confundido, no sólo al pueblo, sino a sus críticos y adversarios quienes no se ponen de acuerdo sobre la naturaleza del régimen. Los socialistas de oposición lo califican de capitalismo de Estado, cuidando que el socialismo no caiga en el descrédito absoluto por su identificación con este desastre. Los que, por el contrario, aparentan ser radicales lo llaman fascismo, olvidando que éste es de derecha. Pocos lo llaman por su nombre: comunismo. Aducen que el pueblo no lo cree así, omitiendo su culpa. El que no lo crea todavía es porque no se lo han enseñado.
Esta actitud de no llamar las cosas por su nombre ha impedido adoptar un lenguaje común, imprescindible para identificar el régimen con lo que el pueblo rechaza (comunismo), que es precisamente lo que ha tratado de evitar el Presidente de la República practicando el travestismo político: simular ser lo que no es (demócrata) ocultando ser lo que es (comunista). Hay que tomar el toro por los cuernos. No importa que algunos, tal vez muchos, no se hayan convencido todavía. Corresponde a la oposición convencerlos. Y sólo puede convencer quien está convencido. Al que titubea hasta un morrocoy se le escapa.
Preguntemos a los que dudan: ¿quién es el guía supremo del Presidente de la República al cual llama papá y le consulta todos sus pasos viajando a Cuba a cada rato? Todos sabemos: Fidel Castro. ¿Y qué es Fidel? Un líder comunista confeso: porque lo confesó hace años, lo ha repetido hasta el cansancio cuantas veces ha querido y preside un régimen comunista. ¿El que tiene de guía, maestro, mentor y papá a un comunista al que adora, qué es? Comunista. No cabe duda. El refrán dice con sabiduría: dime con quién andas y te diré qué eres.
Veamos lo segundo. ¿Cuál es el sistema político-económico que el Presidente de la República nos está imponiendo por la fuerza? El que rige en Cuba. Por ello tiene de guía, maestro, mentor y papá a Fidel Castro. Y para ello ha inundado a Venezuela de comunistas cubanos, que actúan de pro-cónsules y agentes en educación, salud, identificación, extranjería, registros, notarías, elecciones, partido, leyes, fábricas, haciendas, viviendas, policías, ejército, en fin en todas partes. ¿Cómo se llama el sistema político-económico que rige en Cuba? Se llama comunismo. Si el Presidente de la República tuviese de modelo al sistema que rige en España, Francia, Portugal o Italia, aconsejándose con sus gobernantes y trayendo a miles de asesores de estos países, diríamos que nos trata de imponer el socialismo democrático o el social-cristianismo. Si tuviese de modelo al sistema que rige en Estados Unidos, aconsejándose con sus gobernantes y trayendo de asesores a miles de estadounidenses, diríamos que nos trata de imponer el liberalismo a la norteamericana. Pero como lo guía Fidel Castro y se ha traído como asesores de su gobierno a miles de comunistas cubanos, no puede caber duda de que nos está imponiendo el comunismo.
¿Y qué clase de comunismo nos está imponiendo? El comunismo a la cubana. Primero: un presidente vitalicio, que no le da oportunidad a otros. Segundo: una dirección unipersonal, con un jefe que manda y los demás obedecen. Un rey con una corte de enanos. Tercero: un gobierno de ineptos que han fracasado en todo. Cuarto: un comunismo estúpido que destruye la riqueza nacional y el aparato productivo, confiscando empresas y haciendas y eliminando progresivamente la propiedad privada.
Conclusión: el Presidente de la República es un comunista que nos está imponiendo por la fuerza el comunismo, adoptando como modelo el comunismo más estúpido conocido hasta ahora que es el cubano. Un comunismo que, durante cincuenta años, ha sido una fábrica de pobres en un país que vive de la caridad ajena, ayer la Unión Soviética y hoy Venezuela.

lunes, 17 de agosto de 2009

El sindicato OEA de presidentes ya no nos sirve

Honduras, con el derrocamiento ejemplar de uno de estos payasos ridículos que en mala hora tenemos de gobernantes para vergüenza nuestra, ha puesto en evidencia que la OEA es, en la actualidad, un sindicato de presidentes bajo el control de la Internacional Comunista de América (Foro de Sao Paulo). Como sindicato protege a sus miembros contra el patrono, que es el pueblo. No acepta el despido de ellos, así sea justificado por su corrupción, su incapacidad y sus desvaríos malsanos. Ignora y desacata las decisiones de los representantes del patrono, que son el Congreso y los tribunales, cuando no se subordinan al protegido. No los toma en cuenta. Y si éstos proceden a ejecutar el despido (caso Zelaya) sacando del cargo al infractor con el auxilio de la fuerza pública, ordenan el reenganche inmediato e incondicional del compañero sin oír alegatos de la contraparte, erigiéndose en inspectoría o tribunal del trabajo.
Los que gozan de fuero sindical
No todos los miembros del sindicato son iguales. Sólo los miembros de la Internacional Comunista de América (Foro de Sao Paulo) gozan de fuero sindical. Son inamovibles. No importa que se hayan hecho elegir y reelegir con ventajismo y fraude. No importa que hayan acabado con la democracia. No importa que violen la Constitución redactada por ellos mismos, sustituyendo el sistema económico-social. No importa que conviertan a las fuerzas armadas en un partido comunista uniformado. No importa que invadan, intervengan y confisquen empresas y haciendas. No importa que practiquen la exclusión por razones políticas. No importa que armen y financien las guerrillas que atentan contra la democracia en otros países. No importa que declaren el bloqueo económico contra sus vecinos. No importa que incurran en abusos y en ofensas contra los que disienten y los persigan excluyéndolos de cualquier forma de participación. No importa que dividan a la sociedad en bandos enemigos y fomenten el odio entre nacionales. Nada de esto importa, siempre que sean camaradas.
Por descuido e imprevisión
Lo que está sucediendo en la OEA es consecuencia del descuido e imprevisión de los demócratas de América. No vieron a tiempo el peligro real que representaba el Foro de Sao Paulo creado por Fidel Castro y por Lula da Silva en 1990 como sustituto americano de la Internacional Comunista que desapareció con la URSS. Los subestimaron y se descuidaron. No tomaron las precauciones debidas. Así se explica que hayan caído en su poder las presidencias de Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Nicaragua, Panamá, El Salvador, Haití, Guatemala y Venezuela. Y con dinero venezolano y negocios brasileños hayan comprado los votos de Argentina, República Dominicana y las Antillas anglófonas que forman el CARICOM. Sólo se les ha escapado hasta ahora México, Perú, Costa Rica y Honduras, que estuvieron a punto da caer en sus manos. Aparte Colombia, junto con Estados Unidos y Canadá.
Como revertir la situación
El cambio radical se producirá cuando sea eliminado el foco infeccioso que está en Venezuela, cuyo gobierno es el financista de la subversión continental contra las democracias. Con el advenimiento de la nueva democracia venezolana se derrumbará la Internacional Comunista de América, porque arrastrará a la facción beligerante que integra la banda de los Castro: Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Y con la muerte de Fidel se precipitarán los acontecimientos en Cuba, donde la situación económico-social es insostenible.
Apenas en Venezuela se instale la nueva democracia debemos constituir la Unión Democrática de América con los partidos y movimientos político-sociales de centro, izquierda y derecha, la cual servirá de cordón sanitario de las democracias contra la Internacional Comunista (Foro de Sao Paulo), que ya perdió por elecciones la presidencia de Panamá y está próxima a perder las de Uruguay y Chile y muy probablemente para el año entrante las de Brasil y Argentina. El Caribe y los demás de Centro América vendrán por añadidura.
Pero no bastará. En la raíz del problema está el anacronismo de la OEA que ya no sirve para los desafíos de la presente época. Es una antigualla que debemos sustituir construyendo un sistema interamericano que, como el de Europa, se sostenga en la identidad ideológica y en la integración económica.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Desechar la Constitución del 99, la pavosa

La transición a la nueva democracia deberá comenzar por el restablecimiento de la vigencia de la Constitución del 61. Así regresaremos al cruce de caminos donde el Presidente de la República desvió el rumbo hacia el comunismo a la cubana. Desde este sitio reiniciaremos el viaje hacia una democracia honesta y eficiente, donde todos vivamos bien, que era lo deseado y prometido.
Es de absoluta necesidad desechar la Constitución del 99 porque sobre ella recae una maldición. La maldición de millones de excluidos políticos. La maldición de centenares de miles de exiliados y emigrados. La maldición de miles de madres por la impunidad de los asesinos de sus hijos. La maldición de millones de jóvenes sin futuro, desplazados además por los cubanos. La maldición de los millones que estamos hartos.
Es la Constitución maldita, engendrada por la maldad y para la maldad, obra de mentes torcidas, parapeto montado para engañar al pueblo ocultando las intenciones siniestras de su autor. No es ley, sino trampa. No es refugio, sino jaula. No es verdad, sino mentira. La más grande y sórdida mentira.
Una Constitución malnacida
Para desecharla jurídicamente bastará alegar que la Constitución del 99 es un engendro de laboratorio. Se gestó fuera del vientre materno, que era la Constitución del 61. El 70% de los electores no aprobó la convocatoria inconstitucional de la Constituyente y, sin embargo, fue convocada. En la elección de la Constituyente se desconoció el derecho constitucional de la representación proporcional de las minorías, por lo cual el proyecto sancionado no fue el resultante de la voluntad popular. Lo confirmó el hecho de que sólo el 30% de los electores votó por su aprobación. Y, no obstante, se lo declaró aprobado.
Todo lo anterior demuestra que la Constitución es ilegítima y por ello malnacida, como lo fue la que impuso Pérez Jiménez en el 53, cuya suerte debe compartir, porque “árbol que nace torcido, nunca sus ramas endereza.”
Una Constitución prostituida
En estos diez años hemos presenciado la prostitución incestuosa de la Constitución. Ha sido su propio padre, el Presidente de la República, el que la ha violado desde que estaba en la cuna. Se ha comportado como un padre desnaturalizado. La violó cuando acabó con la separación de los poderes públicos. La violó cuando acabó con el gobierno alternativo, eternizándose en el poder. La violó cuando unió a gobierno y partido, practicando el ventajismo y el fraude más descarados de nuestra historia. La violó cuando entregó a los comunistas cubanos el gobierno del país y se sometió a las instrucciones de Fidel Castro. La violó cuando convirtió a la FAN en partido comunista armado que se identifica con el santo y seña cubano: “patria, socialismo o muerte.” La viene violando con brutalidad al ir eliminando progresivamente la propiedad privada, fomentando invasiones, ocupaciones y confiscaciones de empresas y haciendas; y con las arbitrariedades, retrecherías e impunidad de los corruptos y de los malandros. La está violando todos los días al ir sustituyendo el capitalismo popular, llamado Estado Social y Democrático de Derecho, por el comunismo a la cubana.
La Constitución del 99 es la barragana del Presidente de la República, quien la ha prostituido. Al cabo de diez años de relación incestuosa anuncia que ha decidido botarla y reunir otra Constituyente para que sus adulantes le traigan una Constitución más joven. El quiere carne fresca que le de nota para gozarla.
Una Constitución pavosa
La Constitución del 99 es pavosa. Empavó a Venezuela. Con ella pasamos a ser protectorado de Cuba. Con ella perdimos la democracia. Con ella se arruinó la economía. Con ella se desbordó la delincuencia. Con ella se acabó la moral pública y se saquea el país. Con ella vino el odio entre los venezolanos.
La nueva democracia deberá comenzar por un acto de limpieza para quitarnos de encima esta pava enterrando a la Constitución del 99, la pavosa.