martes, 2 de febrero de 2010

Cuba compró a Venezuela con el dinero de los venezolanos

Insistimos en que sólo se puede entender lo que está pasando en este país si partimos de un hecho cierto e irrefutable que sirve de premisa: Venezuela es un protectorado de Cuba, donde se viene ejecutando un proceso de implantación del comunismo por etapas, bajo la dirección suprema de Fidel Castro. El operador político encargado de su realización es su hijo Hugo Chávez, quien se hizo cubano de corazón y por ello se le apoda Hugo El Cubano.
Para asegurar el éxito del proceso de implantación del comunismo Cuba compró a Venezuela, pero pagando con dinero de los venezolanos. Dicho más claro: compró a los venezolanos que le sirven de cipayos, que a cambio de hacerse ricos no les importa vender a su madre. Los cipayos son los nativos de un país que, traicionando a su patria, le sirven a una potencia extranjera, para la cual cumplen el papel de funcionarios, soldados, policías o mercaderes. Estos cipayos mantienen bajo control a la población con el fin de impedir la rebelión de civiles y militares instigados por los patriotas, a quienes persiguen y reprimen. Forman aquí un verdadero ejército de ocupación cubano.
La cosa comenzó de este modo. Llegado Chávez al poder su padre Fidel vio con claridad que el único comunista era su hijo, como le fue referido por quienes lo reclutaron para la insurrección marxista-leninista. En cambio, sus compañeros golpistas del 92 no lo eran. Entonces Fidel instruyó a su hijo para que ocultara su ideología política, proclamándose demócrata. Sólo diez años después ha confesado, imitando a su padre, que desde siempre ha sido un comunista. Mientras ocultaba la verdad sobre su ideología, procedía a la purga de sus compañeros golpistas que no eran comunistas sino demócratas y honestos. A los demás Fidel los evaluó y vio que tenían precio. Su hijo los compró. Así nació el primer batallón de cipayos, con los corruptos de los golpistas del 92, ahora todos ricachones colocados en la pirámide de la boliburguesía. Al primer batallón de los cipayos se le encomendó hacer lo mismo con sus compañeros de la Academia Militar: ponerlos a oler y sobar billetes. El reclutamiento fue un éxito. Así nació el segundo batallón de cipayos, engrosado por centenares de militares retirados de otras promociones que estaban esperando que los pusieran donde haya real.
El reclutamiento de los civiles tuvo su variante. Había una izquierda verdaderamente comunista y tradicionalmente pro-cubana. Con ella no había problemas. Se le dio poder político. No hubo necesidad de comprarla, porque actúa motivada por su ideología. No obstante, ninguna ideología puede justificar la traición a la patria. El comunismo soviético se desacreditó cuando convirtió en satélites a los países del Este de Europa que mantuvo ocupados. Y los gobiernos títeres que le sirvieron terminaron repudiados y despreciados por los pueblos.
La pesca con grandes negocios se concentró en los yuppies, jóvenes ambiciosos sin escrúpulos, que no tienen patria; en la burguesía financiera y en la importadora, donde levantaron peces gordos indiferentes a la suerte del país porque ya tienen sus reales afuera; y en la resaca social capaz de todo para salir abajo. Ellos forman el tercer batallón de cipayos.
Cuba compró a Venezuela usando la corrupción. Formó tres batallones de cipayos, con corruptos tan inescrupulosos que, por hacerse ricos, vendieron a su patria. Cada uno ha recibido y sigue recibiendo un platal por su traición. El hijo de Fidel los pone en el pesebre para que se harten, mientras él y su papá van montando el comunismo.
Los cipayos no sólo han vendido la patria, sino que la han robado para pagarse su traición. Los que venden a su madre y además se pagan con el dinero que le roban a su madre, cómo se llaman? Dígalo usted.

Generalizar la corrupción para vencer la resistencia al comunismo

Para comprender la actitud del Presidente de la República respecto la corrupción generalizada en el país hay que partir de esta premisa: Venezuela es un protectorado de Cuba donde se viene ejecutando por etapas el proceso de implantación del comunismo a la cubana, bajo la dirección suprema de Fidel Castro. El operador político encargado de su realización es su hijo Hugo Chávez, por ello apodado Hugo El Cubano.
Dado el primer paso con la asunción del poder por el hijo, Fidel ideó la toma de Venezuela para Cuba y su conversión al comunismo usando la corrupción. Chávez se encargó de la tarea. Primero se dedicó a corromper a los militares. Comenzó con el método sencillo de entregar a los jefes de guarnición, para su administración discrecional, grandes sumas de dinero en efectivo. Fue el Plan Bolívar 2000, que enriqueció al generalato. Luego procedió a poner militares activos en cargos civiles que le daban acceso a fondos públicos cuantiosos, sin control fiscal. A ellos se sumaron miles de militares retirados que están en donde hay dinero a montones. Esto explica su indiferencia ante la pérdida de la soberanía nacional. Que Chávez se someta a Fidel como un hijo a su padre, para vergüenza de los venezolanos, no les importa. Que Venezuela sostenga a Cuba en condición subalterna, no les importa. Que Chávez le dé cobijo en el territorio nacional a los guerrilleros colombianos y les suministre dinero y armas, no les importa. Que Chávez, por orden de Fidel, le regale el dinero del pueblo venezolano a sus mantenidos extranjeros, no les importa. Que los cubanos tengan agentes en el ejército, la policía, la salud, la educación, las notarías, los registros, y en fin todo lo que se mueva, no les importa. Que Chávez, imitando a Fidel, los ponga a gritar ridículamente: “patria, socialismo o muerte”, no les importa. Que Chávez viole la Constitución al acabar con la democracia e imponernos por la fuerza el comunismo a la cubana, no les importa. Nada que afecte la dignidad nacional les importa. Sólo hay una razón y todos la sabemos.
Probada la eficacia de la corrupción para eliminar cualquier resistencia a la invasión cubana y la implantación del comunismo, el hijo de Fidel pasó a la segunda etapa: convertir a PDVSA, no sólo en corrupta, sino en financista de la corrupción. Desde que tomó el control absoluto de ella, la ha convertido en una corriente impetuosa de aguas negras que ha salido de cauce ensuciando todo el país. Y yéndose más allá de las fronteras ha contaminado de corrupción a los demás miembros de la banda de los Castro (ALBA). Chávez ha internacionalizado la corrupción.
Ya con los reales de PDVSA en sus manos sin ningún control, el hijo de Fidel, por instrucciones de su padre, procedió a darle vía libre a la corrupción de sus funcionarios civiles. Para ello eliminó las licitaciones. Todos los contratos se otorgan a discreción. Las puertas del Tesoro Nacional han estado abiertas por el hijo de Fidel a todos los corruptos, a quienes de este modo ha autorizado al saqueo. La consigna: el que no robe es un pendejo. Su gente le ha entrado con buldozers levantándose toneladas de dinero. De allí han salido cargados todos los ladrones que integran la boliburguesía civil.
Hacia abajo se dejan caer las migajas del festín para comprar conciencia y votos. Es la democratización de la corrupción. Han corrompido al pueblo de distintas maneras. Inventaron las misiones, no como medida transitoria para atenuar la adversidad, sino como una fuente permanente de corrupción. Luego constituyeron las cooperativas a cuyos directivos chavistas les entregaron dinero a montones, que se robaron mientras explotaban a los trabajadores. Desprestigiadas las cooperativas, vienen ahora con los consejos comunales, desde luego sólo los constituidos por comunistas. Estos ya tienen afiladas las uñas para llevarse todo lo que esté a su alcance.
Corromper a los venezolanos ha sido el medio de que se ha valido Fidel, a través de su hijo Hugo, para vencer la resistencia al comunismo.

La agresión comunista contra Colombia

La Internacional Comunista de América Latina (Foro de Sao Paulo), comandada por sus jefes Fidel Castro (de Cuba) y Lula da Silva (de Brasil), ha mantenido una agresión permanente contra Colombia, único país de Sur América donde sus socios no tienen esperanzas de acceder al poder por la vía electoral. Es la espina que tienen clavada en la garganta.
De la agresión permanente contra Colombia han encargado al Presidente de la República de Venezuela. Desde un principio la agresión ha consistido en ayudar con armas, alimentos y dinero a las FARC, su socio colombiano en la Internacional Comunista, que goza además de espacio territorial dentro de Venezuela para su refugio y descanso a pesar de las convenciones internacionales contra el terrorismo.
La Internacional Comunista estaba en el proceso de conseguirle reconocimiento internacional a las FARC, cuando fue descubierta la “laptop” de Raúl Reyes que desenmascaró a Chávez, quien dio un paso atrás aparentando reconciliación con Uribe mientras esperaba la ocasión propicia para apuñalear a la democracia colombiana. Se le ha presentado, creen los comunistas, con el convenio de apoyo militar celebrado por Estados Unidos con Colombia. Es sólo un pretexto. A los comunistas los mueve acabar con la democracia colombiana. Si fuese realmente el motivo la presencia de tropas estadounidenses en Sur América ya habrían procedido contra Aruba y Curazao, donde existen bases importantes de Estados Unidos. Pero a ellos nos les interesan estas islas. Les interesa Colombia.
Con este pretexto planearon hacerle una encerrona al país vecino en UNASUR, que es la OEA de Brasil para mandar en América del Sur. Allí le exigieron al gobierno colombiano que desistiera o, en su defecto, sometiera el convenio a la aprobación de ellos, los comunistas. Cuando Colombia se negó, Chávez pasó a la segunda fase de la agresión y le declaró la guerra comercial. Todo para el Brasil de Lula, nada para Colombia. No cedió Colombia a pesar del chantaje comercial y firmó el pacto con Estados Unidos. Entonces Chávez anunció la guerra militar ordenando a la FAN prepararse. Enseguida Lula se ofreció de mediador, a sabiendas de que no puede serlo porque es uno de los jefes de la Internacional Comunista. Los colombianos, que ya lo conocen, no cayeron en la celada y prefirieron ir a la OEA y la ONU, donde cuentan con sus aliados gringos.
Estos hechos han confirmado lo que hemos venido sosteniendo. Venezuela está en manos de la Internacional Comunista, que la usa como ariete contra los gobiernos que no pertenecen a ella. Ya no es una república políticamente independiente, sino un protectorado de Cuba. Aquí manda Fidel Castro. Hemos de creer que no ha regresado a la presidencia de Cuba, no obstante su mejoría, para poder ocuparse a tiempo completo de gobernar a Venezuela. Está dedicado a ello “full time” por interpuesta persona. Fidel piensa, Chávez habla.
La Internacional Comunista decide además la política económica de Venezuela. Ya no es una república económicamente independiente, sino una provincia económica de Brasil. En efecto Brasil está tragándose a Venezuela, que es su presa económica. Ha ido más lejos: ya se ha metido en el territorio Esequibo, que es nuestro, donde explota, entendiéndose con Guyana, las riquezas que pertenecen a Venezuela, lo que constituye una agresión contra los venezolanos. Brasil es ahora el paraguas militar de Guyana en el despojo del Esequibo.
No es Venezuela la agresora de Colombia. Es la Internacional Comunista que quiere hacer de Colombia lo que ha hecho de Venezuela: un protectorado político de Cuba y una provincia económica de Brasil.

Los terribles morochos de Fidel

Para entender lo que está pasando con la banca privada hay que partir de esta premisa: Venezuela es un protectorado de Cuba donde se viene ejecutando por etapas el proceso (¿conocen la palabrita?) de implantación del comunismo a la cubana dirigido personalmente por Fidel Castro. El encargado de su realización es su hijo político Hugo Chávez, por ello apodado Hugo El Cubano, a quien asiste en la parte operativa su morocho Alí Rodríguez Araque.
Establecida la premisa, veamos los hechos. La primera etapa del proceso tuvo por objetivo la destrucción de la institucionalidad democrática, tarea que cumplieron a cabalidad los “tontos útiles” desde la Constituyente y remató la sucesión de mandos militares venales. La segunda etapa tuvo por objetivo apoderarse de la industria petrolera a fin de remover a los que obstaculizaban el uso discrecional del dinero del pueblo venezolano para sostener el régimen cubano, financiar la expansión del comunismo por América y comprar conciencia y votos en Venezuela, además de corromper a todos los corruptibles y de enriquecer a la boliburguesía. La tarea de convertir a PDVSA en la financista del comunismo en Venezuela y América la cumplió Rodríguez Araque, hombre de confianza de Fidel desde sus tiempos de guerrillero. Tanto él como Chávez fueron inhumanos en la ejecución de esta tarea, causando dolor a veinte mil trabajadores y sus familias, que perdieron empleo, prestaciones y ahorros y muchos fueron sacados por la fuerza de sus viviendas.
La tercera etapa tuvo por objetivos: neutralizar a la OEA para que no vuelva a intervenir en Venezuela como lo hizo para el revocatorio; expandir el comunismo (ALBA) y hacer fracasar el ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de América) promovido por Estados Unidos. Para ello Rodríguez Araque fue designado Ministro de Relaciones Exteriores. En 2006, hecho este trabajo, se fue a vivir a Cuba como Embajador. Estando allá, en relativo descanso por problemas de salud, pasó el gobierno a la cuarta etapa: profundizar la iniciada eliminación de la propiedad privada en la ciudad y el campo, mediante las invasiones, intervenciones, expropiaciones y confiscaciones de industrias, haciendas y hatos. Cumplida por otros la tarea de destrucción del aparato productivo privado, Rodríguez Araque regresó de Cuba, esta vez para el Ministerio de Finanzas. Desde entonces ocurrieron cosas como éstas: el gobierno compró el Banco de Venezuela para convertirlo en la casa matriz de la banca pública; los boliburgueses, que son los ricachones del comunismo, recibieron financiación de fondos públicos para comprar varios bancos pequeños; y los bancos grandes se llenaron de bonos de la deuda pública, ya que no hay demanda de créditos para la industria y el campo. Avanzó así la toma del sistema financiero.
Estaba ya madura la fruta cuando viajó Hugo El Cubano a su tierra amada para la cuenta periódica con Fidel, su padre político. No por mera coincidencia a su regreso procedió a intervenir los bancos que habían comprado sus boliburgueses con el dinero que el mismo gobierno les había dado y lanzó contra ellos una campaña de desprestigio. Con esta maniobra ingeniosa, propia de Fidel, busca, por una parte, desprestigiar a los banqueros privados para justificar el asalto final, de manera que no se vea como un atropello a la propiedad privada sino como una medida contra la corrupción, y por la otra, desvincularse temporalmente de la boliburguesía, que ya cumplió su misión de infectar la banca privada para exponerla al desprecio público. Por un tiempo los banqueros boliburgueses estarán fuera de circulación pero con su botín afuera a buen resguardo.
Concatenando los hechos podemos ver que el morocho Alí vino de Cuba directo para Finanzas, sin ser especialista en la materia, porque el próximo paso del proceso dirigido por Fidel será sustituir la banca privada por la banca pública, cuyo sistema tiene nombre: Corporación de la Banca Pública.