lunes, 17 de agosto de 2009

El sindicato OEA de presidentes ya no nos sirve

Honduras, con el derrocamiento ejemplar de uno de estos payasos ridículos que en mala hora tenemos de gobernantes para vergüenza nuestra, ha puesto en evidencia que la OEA es, en la actualidad, un sindicato de presidentes bajo el control de la Internacional Comunista de América (Foro de Sao Paulo). Como sindicato protege a sus miembros contra el patrono, que es el pueblo. No acepta el despido de ellos, así sea justificado por su corrupción, su incapacidad y sus desvaríos malsanos. Ignora y desacata las decisiones de los representantes del patrono, que son el Congreso y los tribunales, cuando no se subordinan al protegido. No los toma en cuenta. Y si éstos proceden a ejecutar el despido (caso Zelaya) sacando del cargo al infractor con el auxilio de la fuerza pública, ordenan el reenganche inmediato e incondicional del compañero sin oír alegatos de la contraparte, erigiéndose en inspectoría o tribunal del trabajo.
Los que gozan de fuero sindical
No todos los miembros del sindicato son iguales. Sólo los miembros de la Internacional Comunista de América (Foro de Sao Paulo) gozan de fuero sindical. Son inamovibles. No importa que se hayan hecho elegir y reelegir con ventajismo y fraude. No importa que hayan acabado con la democracia. No importa que violen la Constitución redactada por ellos mismos, sustituyendo el sistema económico-social. No importa que conviertan a las fuerzas armadas en un partido comunista uniformado. No importa que invadan, intervengan y confisquen empresas y haciendas. No importa que practiquen la exclusión por razones políticas. No importa que armen y financien las guerrillas que atentan contra la democracia en otros países. No importa que declaren el bloqueo económico contra sus vecinos. No importa que incurran en abusos y en ofensas contra los que disienten y los persigan excluyéndolos de cualquier forma de participación. No importa que dividan a la sociedad en bandos enemigos y fomenten el odio entre nacionales. Nada de esto importa, siempre que sean camaradas.
Por descuido e imprevisión
Lo que está sucediendo en la OEA es consecuencia del descuido e imprevisión de los demócratas de América. No vieron a tiempo el peligro real que representaba el Foro de Sao Paulo creado por Fidel Castro y por Lula da Silva en 1990 como sustituto americano de la Internacional Comunista que desapareció con la URSS. Los subestimaron y se descuidaron. No tomaron las precauciones debidas. Así se explica que hayan caído en su poder las presidencias de Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Nicaragua, Panamá, El Salvador, Haití, Guatemala y Venezuela. Y con dinero venezolano y negocios brasileños hayan comprado los votos de Argentina, República Dominicana y las Antillas anglófonas que forman el CARICOM. Sólo se les ha escapado hasta ahora México, Perú, Costa Rica y Honduras, que estuvieron a punto da caer en sus manos. Aparte Colombia, junto con Estados Unidos y Canadá.
Como revertir la situación
El cambio radical se producirá cuando sea eliminado el foco infeccioso que está en Venezuela, cuyo gobierno es el financista de la subversión continental contra las democracias. Con el advenimiento de la nueva democracia venezolana se derrumbará la Internacional Comunista de América, porque arrastrará a la facción beligerante que integra la banda de los Castro: Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Y con la muerte de Fidel se precipitarán los acontecimientos en Cuba, donde la situación económico-social es insostenible.
Apenas en Venezuela se instale la nueva democracia debemos constituir la Unión Democrática de América con los partidos y movimientos político-sociales de centro, izquierda y derecha, la cual servirá de cordón sanitario de las democracias contra la Internacional Comunista (Foro de Sao Paulo), que ya perdió por elecciones la presidencia de Panamá y está próxima a perder las de Uruguay y Chile y muy probablemente para el año entrante las de Brasil y Argentina. El Caribe y los demás de Centro América vendrán por añadidura.
Pero no bastará. En la raíz del problema está el anacronismo de la OEA que ya no sirve para los desafíos de la presente época. Es una antigualla que debemos sustituir construyendo un sistema interamericano que, como el de Europa, se sostenga en la identidad ideológica y en la integración económica.

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