miércoles, 5 de agosto de 2009

Desechar la Constitución del 99, la pavosa

La transición a la nueva democracia deberá comenzar por el restablecimiento de la vigencia de la Constitución del 61. Así regresaremos al cruce de caminos donde el Presidente de la República desvió el rumbo hacia el comunismo a la cubana. Desde este sitio reiniciaremos el viaje hacia una democracia honesta y eficiente, donde todos vivamos bien, que era lo deseado y prometido.
Es de absoluta necesidad desechar la Constitución del 99 porque sobre ella recae una maldición. La maldición de millones de excluidos políticos. La maldición de centenares de miles de exiliados y emigrados. La maldición de miles de madres por la impunidad de los asesinos de sus hijos. La maldición de millones de jóvenes sin futuro, desplazados además por los cubanos. La maldición de los millones que estamos hartos.
Es la Constitución maldita, engendrada por la maldad y para la maldad, obra de mentes torcidas, parapeto montado para engañar al pueblo ocultando las intenciones siniestras de su autor. No es ley, sino trampa. No es refugio, sino jaula. No es verdad, sino mentira. La más grande y sórdida mentira.
Una Constitución malnacida
Para desecharla jurídicamente bastará alegar que la Constitución del 99 es un engendro de laboratorio. Se gestó fuera del vientre materno, que era la Constitución del 61. El 70% de los electores no aprobó la convocatoria inconstitucional de la Constituyente y, sin embargo, fue convocada. En la elección de la Constituyente se desconoció el derecho constitucional de la representación proporcional de las minorías, por lo cual el proyecto sancionado no fue el resultante de la voluntad popular. Lo confirmó el hecho de que sólo el 30% de los electores votó por su aprobación. Y, no obstante, se lo declaró aprobado.
Todo lo anterior demuestra que la Constitución es ilegítima y por ello malnacida, como lo fue la que impuso Pérez Jiménez en el 53, cuya suerte debe compartir, porque “árbol que nace torcido, nunca sus ramas endereza.”
Una Constitución prostituida
En estos diez años hemos presenciado la prostitución incestuosa de la Constitución. Ha sido su propio padre, el Presidente de la República, el que la ha violado desde que estaba en la cuna. Se ha comportado como un padre desnaturalizado. La violó cuando acabó con la separación de los poderes públicos. La violó cuando acabó con el gobierno alternativo, eternizándose en el poder. La violó cuando unió a gobierno y partido, practicando el ventajismo y el fraude más descarados de nuestra historia. La violó cuando entregó a los comunistas cubanos el gobierno del país y se sometió a las instrucciones de Fidel Castro. La violó cuando convirtió a la FAN en partido comunista armado que se identifica con el santo y seña cubano: “patria, socialismo o muerte.” La viene violando con brutalidad al ir eliminando progresivamente la propiedad privada, fomentando invasiones, ocupaciones y confiscaciones de empresas y haciendas; y con las arbitrariedades, retrecherías e impunidad de los corruptos y de los malandros. La está violando todos los días al ir sustituyendo el capitalismo popular, llamado Estado Social y Democrático de Derecho, por el comunismo a la cubana.
La Constitución del 99 es la barragana del Presidente de la República, quien la ha prostituido. Al cabo de diez años de relación incestuosa anuncia que ha decidido botarla y reunir otra Constituyente para que sus adulantes le traigan una Constitución más joven. El quiere carne fresca que le de nota para gozarla.
Una Constitución pavosa
La Constitución del 99 es pavosa. Empavó a Venezuela. Con ella pasamos a ser protectorado de Cuba. Con ella perdimos la democracia. Con ella se arruinó la economía. Con ella se desbordó la delincuencia. Con ella se acabó la moral pública y se saquea el país. Con ella vino el odio entre los venezolanos.
La nueva democracia deberá comenzar por un acto de limpieza para quitarnos de encima esta pava enterrando a la Constitución del 99, la pavosa.

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