martes, 28 de julio de 2009

Revertir el estado de autogolpe permanente

Los psicólogos llaman “proyección” al mecanismo psíquico de defensa mediante el cual el individuo proyecta fuera de sí algo que le produce ansiedad o lo hace impresentable, dirigiéndolo hacia alguien a quien se lo atribuye totalmente. Es el caso del Presidente de la República, un golpista confeso y reincidente, que con la mayor desfachatez, mientras celebra anualmente el golpe del 92 y viene ejecutando autogolpes sucesivos desde el 99, acusa de golpistas a sus adversarios para descalificarlos, pretendiendo trasladar a ellos la sanción jurídica, moral y política que él merece por sus actos. La apoteosis del descaro ha sido su actuación en el caso de Honduras, donde ha asumido el liderazgo de la constitucionalidad comportándose como el enemigo número uno de los golpistas en América. Todo un caradura.
El golpe del 92……
En la recopilación de Catalá (Golpes Militares en Venezuela 1945-1992) están los documentos probatorios de lo que se proponía hacer el Presidente de la República en el 92 de haber triunfado su alzamiento militar. Primero, prescindiendo de la Constitución, declararía, mediante decreto, “cesante la actividad del Congreso Nacional”, por lo cual diputados y senadores quedaban “despojados de tal condición”. A continuación, en otro decreto, dispondría la destitución de todos los integrantes de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de la Judicatura, y de inmediato nombraría discrecionalmente a los sustitutos. Haría lo mismo con el Fiscal, el Contralor y el Procurador. Para redondear el golpe disolvería el Consejo Supremo Electoral y las Juntas Electorales. Además declararía cesantes a las Asambleas Legislativas de los Estados y sustituiría a los Gobernadores con unos Consejos Regionales de Gobierno. También quedarían cesantes los Concejos Municipales y vacantes los cargos de Alcalde Municipal. Por último, descabezaría las sociedades intermedias inhabilitando a los directivos de “gremios sociales, sindicales, profesionales, de productores, culturales, vecinales, ecologistas, etc.” hasta tanto no hubiese elecciones internas previstas para cuatro años.
Este era el plan golpista del Presidente de la República en el 92.
… triunfó como autogolpe en el 99
Cuando derrotado se entregó a la autoridad legítima dijo que el plan golpista no se ejecutaría “por ahora”, con lo cual dejó claro que no se retractaba de ser golpista, sino que esperaba mejor ocasión para volverlo a intentar. La consiguió en el 99. Entonces dio el autogolpe, que es el dado por el jefe del Ejecutivo contra los otros poderes públicos e instituciones. Convocó la Constituyente para que, prescindiendo de la Constitución, ejecutase exactamente lo planeado en el 92: cerrar el Congreso, las Asambles Legislativas y los Concejos Municipales; intervenir el Poder Judicial; remover a los altos funcionarios nacionales, a los Gobernadores y a los Alcaldes. Y, para remate, convocó un referéndum arbitrario para inhabilitar a los dirigentes sindicales, dejando sin representación a la clase trabajadora.
Removidos los obstáculos institucionales, siguió dando autogolpes sucesivos: conversión de la FAN en partido comunista armado; entrega de Venezuela a Cuba dándole el cogobierno a Fidel Castro; y sustitución del Estado Social y Democrático de Derecho por el comunismo a la cubana. Venezuela vive en un estado de autogolpe permanente.
Pero podemos revertirlo
En 2002 Carmona copió los decretos elaborados por los golpistas para el 92. Los resumió en uno solo, pero cometió el error de ocultar la autoría intelectual. Esto dio lugar a que después el Presidente de la República, mediante el mecanismo psíquico de la proyección, trasladase a Carmona, y luego a todos sus críticos, el repudio a lo que en verdad es obra suya, satanizando su propio plan golpista del 92 ejecutado en el 99, para endosarle la culpa a quien lo había copiado.
Si en aquellas circunstancias me hubiesen pedido opinión, yo habría aconsejado revertir el estado de autogolpe permanente en que vivimos con el contragolpe más efectivo: restablecer la vigencia de la Constitución del 61, volviendo al punto de partida para enmendar el rumbo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario