sábado, 25 de julio de 2009

La estrategia frente al travestismo político

La debilidad de la revolución comunista venezolana está en el rechazo inmensamente mayoritario (8 de cada 10 venezolanos según las últimas encuestas) a la implantación del comunismo en Venezuela y a la eliminación de la propiedad privada, que son los objetivos de su proyecto de subversión del sistema político-económico establecido por la Constitución. A esta contradicción, entre el régimen comunista y la sociedad democrática, se une el descontento general por el mal gobierno (inseguridad, inflación, desempleo, pobreza, corrupción, arbitrariedad, ineficiencia). Por ello decimos que, en las actuales circunstancias, una sola chispa puede incendiar la sabana. Para evitarlo el Presidente de la República ha lanzado una ofensiva de aniquilamiento de la oposición, buscando que no quede piedra sobre piedra a fin de que no surja un liderazgo de relevo que conduzca al pueblo a la rebelión prevista en la Constitución. No obstante la historia enseña que debajo de las piedras saldrá el liderazgo de relevo en la medida en que el pueblo avance en el proceso ya iniciado de tomar conciencia sobre la naturaleza del régimen.
Un régimen travestido
Sexualmente hablando travestido es el que se viste con la ropa del sexo opuesto. En política es travestido el régimen que se presenta con el ropaje del contrario. El neo-comunismo practica el travestismo: cambia de nombre (socialismo bolivariano) y se viste de democracia para seducir a su víctima, el pueblo, ocultando su verdadera identidad y de este modo simula ser lo que no es (democracia) y esconde ser lo que es (comunismo). Maestro en el travestismo político ha sido el Presidente de la República.
La oposición pro-sistema ha fallado porque no ha adoptado, por contrapartida del travestismo de los comunistas, una estrategia dúplice: tener por objetivo la rebelión popular, único medio para desalojarlos del poder, y en función de ella explotar al máximo la parodia de democracia yendo a elecciones si fuese necesario, sólo para crear las condiciones favorables a la rebelión. No entiende o no le interesa entender que, en las actuales circunstancias, lo electoral es accesorio de lo principal, por lo cual no se excluyen sino se complementan como sucedió en el pasado (2000-2003) y lo vemos ahora mismo en Irán. Debería avergonzarle que en una nación de régimen teocrático con pena de muerte la oposición se haya atrevido a hacer lo que aquí, en un país de régimen travestido sin pena de muerte, no se ha atrevido a hacer: desconocer los resultados electorales denunciando el ventajismo y el fraude y lanzar el pueblo a la rebelión. Irán es el mayor desmentido a la excusa cobarde de evitar el derramamiento de sangre utilizada por los políticos para justificar su claudicación en la hora de las definiciones.
Volver a la estrategia exitosa del pasado
Entre los años 2000 y 2002 hubo un extraordinario auge de masas que culminó en la rebelión popular del 11-04-2002. Fue el pueblo el que derrocó al Presidente de la República obligándolo a renunciar. La rebelión se perdió por la ineptitud y torpeza de los dirigentes políticos y los jefes militares. Lo importante: rebelión y elecciones no fueron excluyentes; por el contrario, se complementaron exitosamente.
Luego el régimen infiltró la oposición. Los infiltrados impidieron que la huelga general indefinida (2002-2003) fuese subversiva como debió haber sido, desviando el objetivo a una ridiculez: pedir un referéndum consultivo. Eso era mover toda una montaña para parir un ratoncito. Fracasada la huelga, por haberse subordinado la rebelión a la salida electoral, los infiltrados lograron dividir la oposición, apartando a los anti-sistemas como Carlos Ortega, y negociaron la desmovilización del pueblo a cambio de la oferta engañosa de un revocatorio que ya estaba arreglado. A pesar del fraude los políticos aceptaron el resultado, sin mover un dedo. Fue una capitulación imperdonable que puso fin al auge de masas. He aquí la causa de la pasividad del pueblo ante el aniquilamiento de la oposición.
Esperando la chispa
El pueblo no está dormido. Está esperando el acontecimiento que encienda la chispa de la rebelión con un liderazgo de relevo.

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