lunes, 7 de marzo de 2011

A los jóvenes sólo les falta un empujoncito

A los jóvenes sólo
les falta un empujoncito

La frustración de los jóvenes árabes es la misma de los jóvenes venezolanos, que se sienten sin futuro. Aquéllos se rebelaron contra la tiranía al perder la esperanza de cambio pacífico. ¿Qué falta para que los de aquí hagan lo mismo? Un empujoncito.
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No nos debería extrañar que hayan sido los jóvenes, especialmente universitarios, los participantes más activos en las rebeliones contra las tiranías ocurridas en los países árabes. Y no nos debería extrañar porque ha sido así también en Venezuela, como lo registra la historia. A tanto ha llegado el papel de la juventud que cada tiranía ha tenido su antípoda en la renovación del liderazgo político surgido de sus entrañas. Fue el caso de la generación del 28 que emergió de la lucha contra la dictadura gomecista y de la generación del 58 que se forjó en las catacumbas de la clandestinidad desde la cual se batió contra la dictadura pérezjimenista. Es de suponer, y ahora con mayor razón, que está por surgir la generación que llamaremos seguramente del 11, la cual se erguirá sobre los escombros de la tiranía comunista que padecemos.
¿Cuál puede ser la motivación esencial de estos jóvenes, además del idealismo y del amor a la libertad que es común a todos los de su edad en cualquier parte del mundo? Según el director general de la UNESCO, Kevin Watkins, entre las causas de la rebelión popular habida en los países árabes está “la impotencia y el resentimiento de millones de jóvenes, que han sido traicionados por los disfuncionales sistemas educativos de la región.” La disfunción radica en que “la educación en la región está crónicamente desconectada del mercado laboral. Millones de jóvenes están abandonando las escuelas y las universidades sin la preparación que necesitan para conseguir un trabajo” lo que se agrava porque “el mercado laboral está paralizado por la mala gestión económica.” De allí que “el resultado sea el desempleo masivo.” Concluye que “la autocracia y la burocracia se han unido para crear una generación de jóvenes sin esperanza en un futuro mejor. No es difícil adivinar entonces porqué los diplomados universitarios han aparecido de una manera tan destacada como líderes de la rebelión popular.”
La disfunción educativa de que habla el experto se presenta en forma más aguda aún en Venezuela. A pesar de que la Constitución concede a los jóvenes el derecho a recibir una educación de calidad, que los capacite para ingresar con éxito al mercado de trabajo, la tiranía comunista ha optado por degradar los estudios universitarios y regalar los títulos, siguiendo el modelo cubano. Sirva de ejemplo la medicina. La que se venía practicando en Venezuela tenía fama mundial, porque los estudios eran exigentes. Ahora han inventado unos cursos express para graduar de médico a matasanos o curanderos. Un catedrático, el doctor Rafael Muci-Mendoza, ha preguntado, al renunciar a la cátedra: “¿Cómo podemos engañar a unos estudiantes y avalar sus estudios de medicina paralelos si estamos en conocimiento de su pobre e improvisada formación? ¿Cómo podemos aceptar que hayan recibido una preparación tan pobre y en pocos meses se gradúan de médicos? ¿Cómo podemos cohonestar el engaño perpetrado por el gobierno venezolano, la misión cubana y médicos venezolanos colaboracionistas, traidores a sus raíces, a jóvenes ilusionados cuando en diez (10) meses quieren, sin ningún programa ni preparación, forzar el aprendizaje de las bases de la clínica?”.
A estos médicos “golilleros” (en venezolano: los que consiguen algo sin esfuerzo) sólo serán parásitos del presupuesto a costa de la salud de los pobres. No conseguirán empleo digno para el cual se requiera concurso. Y, por otra parte, serán demandados a pagar sumas millonarias a las familias de sus víctimas por mala praxis. Contra ellos se está cometiendo un crimen, consecuencia de la degradación científica y ética de la educación en la etapa nefasta de la tiranía comunista. La disfuncionalidad educativa es, pues, una de las causas del desempleo juvenil en Venezuela estimado en 18,5%. Sin duda excede este monto, porque las estadísticas oficiales considera empleado al ocupado en trabajos informales. La otra causa está en la recesión económica. ¿Quién puede emplear a los jóvenes si no hay fuentes de trabajo, no se crean nuevas y más bien desaparecen muchas por el cierre de empresas? Y si consigue empleo la remuneración es bajísima. Asombra que un enfermero, con título universitario, devengue Bs. 1.400 mensuales.
La juventud venezolana se siente frustrada porque no tiene futuro. Exactamente como se siente la juventud árabe que se ha rebelado. ¿Qué falta para que la de aquí haga lo mismo? Un empujoncito.

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